Fallecido el rey Fernando I (27 de diciembre de 1065), su hijo primogénito Sancho II, disconforme con la repartición de los territorios por considerarse heredero único del de León, plantará cara a sus hermanos: Alfonso, García, Elvira y Urraca. Pronto se adueñará de sus reinos, obligando a Alfonso a refugiarse en Toledo. Sólo le quedará por conquistar Zamora, “la bien cercada”.
Recordemos el romance referido a doña Urraca:
“¡Y a mí, porque soy mujer,
dejáisme desheredada!”.
El rey Fernando, en su lecho de muerte, le dirá:
“Allá en tierra leonesa
un rincón se me olvidaba,
Zamora tiene por nombre,
Zamora la bien cercada,
de un lado la cerca el Duero,
del otro peña tajada.
¡Quien vos la quitare, hija,
la mi maldición le caiga!”.
Sancho amenaza a Urraca, pero la dama no aceptará integrarse en el reino de Castilla (siendo ella de León) y, por este motivo, Sancho asedió la plaza, que nunca se rindió hasta que consiguió hacerse con ella. Doña Urraca siempre será La Mujer Cercada, la mujer que desafió a su hermano antes de sufrir el ataque de sus tropas. Siete meses y seis días duró el asedio, que “Zamora no se ganó en una hora”. Un acoso a Zamora, a los zamoranos, a la mujer, a la señora de Zamora, a la heroína que defendió sus derechos femeninos contra el poderío machista de su hermano. Junto a Arias Gonzalo peleará por las gentes labriegas y su dignidad. El Cid Campeador no tomará partido en estas batallas por la simpatía que siente hacia doña Urraca. La presencia de Vellido Dolfos hará cambiar el rumbo de la historia, asesinando a Sancho II en el lugar conocido como Cruz del Rey Don Sancho. Luego se adentrará en la ciudad –como es sabido- por el Portillo de la Traición o, desde 2010, Portillo de la Lealtad, para notificar a doña Urraca la muerte de su hermano Sancho. Llanto y pesar que se clava en el llanto de la señora. Emotivo es el enfrentamiento, muerte y entierro de los hijos de Arias Gonzalo en manos de las tropas de Diego Ordóñez de Lara.
“Zamora no se ganó en una hora”.
Un espectáculo digno de ser disfrutado a través de la genial puesta en escena por el grupo de gigantes y cabezudos “CAPITONIS DURII” y la intervención musical del admirado zamorano Joaquín Díaz.